martes, 22 de abril de 2008

PAPEL DE LA IGLESIA



Como segunda fuerza dominante mundial se encuentra la Iglesia judeocristiana de Roma, fundada por rabinos judíos, fundada por un rabino judío llamado Pablo. Han monopolizado el negocio “divino” en Europa y América, y por sus manos circulan billones. No fue inaugurada, ni por “apóstoles”, ni por “romanos”. No fueron “apóstoles” ni “europeos” quienes la crearon, sino rabinos judíos hipócritas y solapados. Para disimular su verdadero origen, esta iglesia judía –entronizada en pleno corazón de la raza ario-germánica, en Roma-, se disfrazó de “Católica”, “Apostólica” y “Romana”.


El cristianismo es otra fuerza derivada del Judaísmo, pero que, por rencillas internas, se opone a éste, y desea que éste también se “convierta” al Cristianismo y tome el Bautismo, como si éste produjera algún efecto. No es fácil explicar este enredo ideológico de enfermedades mentales. Es una raza extraña, de la cual está dependiendo el futuro de la humanidad. Pero, ¿entiende alguien lo que esto significa? “¡Cuídense de los perros, cuídense de los obreros malos, cuídense de los que se hacen incisiones…” (Filipenses 2, 2). El rabino judío Pablo califica a los judíos con los mismos términos que éstos usan para insultar a los no judíos. Los rabinos que redactaron los Evangelios en dos ocasiones califican de “perros” a los no judíos, en Mateo 15, 26 y en Marcos 7, 27.


También en Apocalipsis 22, 15. Éste dice: “Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira”. Esto sí que es cinismo descarado. ¿Quiénes son los que aman y practican la mentira, sino los mismos cristianos judíos? Y aunque son calificados de “perros”, cientos de millones de cristianos europeos y americanos, de raza no judía, practican el cristianismo, se arrodillan ante el mismo, cero honor, sin una pizca de dignidad personal, y todo por miedo, por cobardía. Según los teólogos de raza no judía de la iglesia judeocristiana de Roma, el “Redentor” tenía pleno derecho a calificar de “perros” a los no judíos, porque éstos eran viles ateos y paganos. También el judeocristianismo desea conquistar el Poder Mundial, pero bajo el estandarte del cristianismo judío. El cristianismo también desea conquistar la Tierra en nombre del rabino Jesucristo, de la familia de David, mientras el Sionismo desea conquistar la Tierra para entronizar el futuro rey de la familia de David. Sin embargo, durante su formación, el cristianismo de Roma cayó en manos de sacerdotes de raza no judía, que lograron apoderarse del movimiento y controlarlo, sin conseguir librarse, no obstante, de su herencia judía. Durante dos mil años, estos sacerdotes “goyim” han ayudado a judaizar Europa Occidental y América, y han extendido el cristianismo, aunque en menor escala, en los demás continentes. Del Cristianismo o, mejor dicho, del Judeocristianismo creado en Roma Imperial por el rabino Pablo, se han derivado las demás sectas evangélicas, luteranos, anglicanos, mormones, etc., pero todos están luchando, sin darse cuenta de ello, a favor de la hegemonía mundial de Israel. De tal palo, tal astilla, dice el refrán. El sólo hecho de “judaizar” a millones de no judíos, de “convertirlos” al cristianismo, es un gran servicio que la iglesia de Roma le presta al Judaísmo Sionista. La iglesia de Roma, al judaizar a millones de no judíos, ha desempeñado un importante rol a favor de Israel. Es difícil encontrar a alguien que se haya dado cuenta de cuál es la verdadera situación mundial contemporánea, salvo los judíos sionistas que dirigen el Plan. La iglesia judeocristiana de Roma, pretende conquistar la Tierra colocando todo bajo los píes del rabino judío Jesús apodado el Cristo.


Según la iglesia de Roma, el rabino judío Jesús Cristo (Iezeuz Crischna en lengua sánscrita), pertenece a la raza del rey David. El judeocristianismo de Roma desea humillar a sus enemigos, arrodillarlos ante él, vencerlos, pero predica “amarlos”, para confundirlos. Predican los judeocristianos de Roma: “No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan apreciar sus buenas disposiciones. Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos. Hermanos, no se tomen la justicia por su cuenta, dejen que sea Dios quien castigue, como dice la Escritura: Mía es la venganza” (¿?)… Y añade: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; éstas serán otras tantas brasas sobre su cabeza” (Romanos 12, 17). Dan de comer y de beber a quienes les causan Mal, a sus enemigos, no para ganarse sinceramente su amistad, sino para confundirlos y destruirlos, pura y repugnante hipocresía.